miércoles, 27 de julio de 2011

Ocaso



Y es que el azul profundo va dejando
lugar a un abanico decreciente
de variados naranjas al poniente
que no duran más que un instante cuando

mi mente se quedó con el ocaso.
Yo quise eternizar ese momento
que dura apenas lo que dura el viento
calmo que va y viene ante mis pasos

por el camino que me lleva al centro
de esta ciudad tórrida. Aquí el estío
denso y ardiente reina sobre el frío
húmedo, breve y áspero que dentro

de unos meses va invadiendo esta tierra
que no lo quiere. Quiere el largo ocaso
de tibio sol tropical. Este ocaso
es el instante al que mi alma se aferra.

Tibio como la sangre que circula
por mis venas. Mi cuerpo lo acompaña.

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