Solitario aprendiz desterrado
que lees recluído en la penumbra
frente al libro, una vela que te alumbra
y que te aisla. No habrás acabado
lo que iniciaste. La meta está siempre
lejos, y todo emprendimiento es una
promesa de volar hacia la luna
cuando todo acaba al comienzo. Siempre
entre los libros serás ese salvaje
alternando diagramas, verso, prosa;
y el mapa interminable, esa otra cosa
presente entre los libros: un pasaje
imaginario desde una geografía
lejana a mi cuerpo, a mis sentidos.
Sólo mi yema traza recorridos
que son consuelo ante esa fantasía
de creer que lo habré vivido todo.
En esta torre de marfil vacía
de vida sólo hay libros. Mi manía
de quedar encerrado de algún modo
me dio el don de evocarte a ti
autodidaxia pérfida que llevas a la nada
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