viernes, 11 de enero de 2013

El arte del álgebra

Luego de una revisión lógica, el que mucho abarca aprieta generalmente poco, aunque tiene un espectro más amplio para apretar; pero el que poco abarca siempre aprieta poco, ya que tiene poco para apretar. Formalizando, llamemos al conjunto de los abarcados A, al de los apretados B, a lo mucho M y a lo poco P. B siempre está incluido en A ya que no se puede apretar algo que no se abarque, en consecuencia B⊆A. Por lo tanto, si A implica mucho (A=M) entonces B puede implicar mucho, al menos en teoría. Esto es B⊆M. Pero si A implica poco (A=P), B jamás puede ser mucho ya que está incluido en A. Esto es B⊆P. Finalmente, el que poco abarca poco aprieta.
Concluir con “el que mucho abarca poco aprieta” que el que poco abarca mucho aprieta es ¡incorrecto! El refrán debería ser así: “El que mucho abarca también puede apretar poco”
 
 

Sueños

Los sueños, ocasionalmente profundos, me dejan en un estado de no sé qué. Siento que provocan nostalgia en todo; o si no es nostalgia, es algo que no puedo describir pero que parece agolparme la memoria con gran potencia y de un modo extraño cualquier cosa que haya vivido. Por más que sean hechos triviales, el sueño los hace intensos; por más que hayan sido sucesos inmediatos, el sueño los hace milenarios. Por aparente capricho el sueño puede tomar de mis recuerdos un instante inocente en el cual agarré un vaso de agua y transformarlo en algo angustiante, en algo pavoroso, o quizás en una voluptuosa emoción. 

¿Cómo desentrañar ese azar inescrutable que nos acontece cada vez que abandonamos el mundo al sumirnos en el sueño? Y si no existiera el sueño, ¿qué nos garantiza multiplicar las experiencias de la vida? Hay quienes piensan que el sueño es tiempo muerto en nuestras vidas, cuando en realidad de la más vida a la vida.

Anotación de 11 de Enero de 2013

¿Qué ocurre si pensamos que el tiempo no existe? Que los tres reinos del tiempo no son más que una forma de ordenar nuestras vidas. Que el pasado no existe porque no está entre nosotros, que el futuro no existe por la misma razón ni tampoco el presente porque el tiempo, como el río, nunca se detiene y la transición del imaginario pasado al imaginario futuro no tiene lapso y no nos queda más que una mera línea imaginaria. En todo caso el único reino que merece algún estatus de existencia es el pasado; siquiera para apuntar a que existió, no a que existe, ya que la memoria y los registros lo atestiguan de algún modo. ¿Del presente y del futuro qué sabemos?