Los sueños, ocasionalmente profundos, me dejan
en un estado de no sé qué. Siento que provocan nostalgia en todo; o si
no es nostalgia, es algo que no puedo describir pero que parece
agolparme la memoria con gran potencia y de un modo extraño cualquier
cosa que haya vivido. Por más que sean hechos triviales, el sueño los
hace intensos; por más que hayan sido sucesos inmediatos, el sueño los
hace milenarios. Por aparente capricho el sueño puede tomar de mis
recuerdos un instante inocente en el cual agarré un vaso de agua y
transformarlo en algo angustiante, en algo pavoroso, o quizás en una voluptuosa emoción.
¿Cómo
desentrañar ese azar inescrutable que nos acontece cada vez que
abandonamos el mundo al sumirnos en el sueño? Y si no existiera el
sueño, ¿qué nos garantiza multiplicar las experiencias de la vida? Hay
quienes piensan que el sueño es tiempo muerto en nuestras vidas, cuando
en realidad de la más vida a la vida.
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